'La mayoría de los hombres gusta resumir
su vida en una fórmula, a veces jactanciosa o quejumbrosa, casi siempre
recriminatoria; el recuerdo les fabrica, complaciente, una existencia
explicable y clara. Mi vida tiene contornos menos definidos. Como suele suceder,
lo que no fui es quizá lo que más ajustadamente la define: buen soldado pero en
modo alguno hombre de guerra; aficionado al arte, pero no ese artista que Nerón
creyó ser al morir; capaz de cometer crímenes, pero no abrumado por ellos.
Pienso a veces que los grandes hombres se caracterizan precisamente por su
posición extrema; su heroísmo está en mantenerse en ella toda la vida. Son
nuestros polos o nuestros antípodas'.